Ver a tu hijo con congestión, mocos o dificultad para respirar es una de las situaciones más comunes —y más angustiosas— para las familias. Entre recomendaciones de abuelas, consejos de internet y mil productos disponibles, surge la gran pregunta:
¿Realmente los lavados nasales son necesarios y seguros?
Como pediatra, puedo asegurarte que los lavados nasales, cuando se hacen correctamente, son una herramienta efectiva y sencilla para cuidar la salud respiratoria de los niños. En este artículo te explico cuándo hacerlos, cómo realizarlos y qué errores evitar.
¿Por qué se recomienda hacer lavados nasales?
La nariz actúa como un filtro natural, atrapando polvo, bacterias y virus del aire que respiramos. Cuando hay congestión o exceso de moco, el aire entra con dificultad, lo que puede afectar el sueño, la alimentación e incluso provocar infecciones.
El lavado nasal ayuda a:
- Eliminar secreciones y alérgenos.
- Mejorar la respiración.
- Disminuir el riesgo de otitis y sinusitis.
- Facilitar la alimentación y el descanso del bebé.
En bebés y niños pequeños, el lavado nasal es una de las medidas más seguras y efectivas para prevenir complicaciones respiratorias.
Mitos comunes sobre los lavados nasales
Durante las consultas, escucho con frecuencia frases como estas:
❌ “Solo se deben hacer si el niño está enfermo.”
Falso. También pueden realizarse como medida preventiva en épocas de clima seco, alta contaminación o cambios de estación.
❌ “Le puede hacer daño al oído.”
Falso. Si se realiza con la técnica correcta y el volumen adecuado, el suero no llega al oído. Lo peligroso es usar presión excesiva o productos inadecuados.
❌ “Se curan los resfriados con lavados nasales.”
No. El lavado no cura, pero alivia los síntomas y ayuda al cuerpo a recuperarse más rápido.
❌ “Solo sirven los sprays comerciales.”
Falso. El suero fisiológico estéril es suficiente. Los dispositivos comerciales son prácticos, pero no indispensables.
Verdades que debes conocer
✔️ Se pueden hacer desde recién nacidos.
✔️ No son dolorosos si se hacen con cuidado.
✔️ No tienen efectos secundarios.
✔️ No sustituyen medicamentos, pero sí mejoran su eficacia cuando se usan juntos.
✔️ Son una rutina de higiene, como lavarse las manos o los dientes.
La Asociación Española de Pediatría recomienda los lavados nasales como primera opción para aliviar la congestión en bebés y niños.
¿Con qué hacer los lavados?
Lo esencial es el suero fisiológico estéril (0,9%), que puedes encontrar en monodosis, frascos o preparar con sistemas de irrigación recomendados por tu pediatra.
Opciones seguras:
- Suero fisiológico estéril.
- Soluciones salinas isotónicas o ligeramente hipertónicas (según indicación médica).
- Dispositivos con punta suave o jeringas sin aguja.
Nunca uses agua del grifo ni mezclas caseras.
El agua sin esterilizar puede contener microorganismos peligrosos para el sistema respiratorio.
¿Cómo hacer un lavado nasal correctamente?
Sigue estos pasos:
- Coloca al bebé de lado o semiincorporado.
No lo pongas completamente boca arriba para evitar que trague el suero. - Introduce suavemente la punta del aplicador o jeringa en el orificio superior de la nariz.
- Aplica el suero con presión moderada.
El líquido debe salir por el otro orificio junto con el moco. - Limpia el exceso con una gasa o aspirador suave.
- Repite del otro lado.
En bebés, basta con pequeñas cantidades (2-3 ml por fosa).
En niños mayores, puede usarse más volumen según necesidad y tolerancia.
Si tienes dudas, agenda una consulta pediátrica para aprender la técnica adecuada. Te enseño cómo hacerlo con calma y sin causar molestia.
¿Cuántas veces al día se deben hacer?
Depende del caso:
- Prevención o higiene diaria: 1 o 2 veces al día.
- Resfriado o congestión: 3 a 4 veces al día.
- Alergias o exposición a polvo: según indicación médica.
El exceso tampoco es bueno; lo ideal es mantener un equilibrio y observar la comodidad del niño.
Errores frecuentes que debes evitar
Usar presión excesiva.
Obligar al bebé mientras llora o se mueve.
Introducir objetos no diseñados para el lavado.
Usar agua sin esterilizar.
Realizarlo justo después de comer (puede provocar vómito).
Realizar el lavado con suavidad y paciencia hará que el niño lo tolere mejor con el tiempo.
Beneficios comprobados
Los lavados nasales:
- Mejoran la respiración y el sueño.
- Reducen el uso de descongestionantes o antibióticos.
- Favorecen la alimentación en lactantes.
- Disminuyen la frecuencia de infecciones respiratorias.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) resalta que el cuidado nasal rutinario es parte del manejo integral de las infecciones respiratorias en la infancia, especialmente en los primeros años.
¿Qué hacer si mi hijo no tolera los lavados?
Es normal que algunos bebés lloren o se incomoden. No es por dolor, sino por la sensación extraña del líquido.
Puedes intentar:
- Hacerlo rápido y con suavidad.
- Distraerlo con música o una canción.
- Realizarlo después del baño, cuando está más relajado.
Si persiste la dificultad o hay sangrado, suspende el lavado y consulta para ajustar la técnica o descartar una causa física (como desviación del tabique o alergias nasales).
En resumen
Los lavados nasales son una práctica segura, económica y efectiva para mantener las vías respiratorias limpias y saludables.
Lejos de ser una moda, son parte del cuidado pediátrico recomendado a nivel mundial.
Hazlos con cuidado, constancia y paciencia. Tu hijo respirará mejor, dormirá mejor y tú te sentirás más tranquila.
Recursos recomendados
- OMS – Infecciones respiratorias en la infancia
- Asociación Española de Pediatría – Lavados nasales
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Soy la Dra. Daniela Rendón, pediatra enfocada en acompañar a las familias con información clara, práctica y humana.
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